Benford, Gregory
En casi cuatrocientas páginas repletas de diálogos, algo inaudito en Benford, asistimos a la huida, siempre hacia el centro galáctico, de los Bishop, la miriapodia Quath y el resto de familias incorporadas en el anterior volumen, con los mecs pisándoles los talones. El protagonista no es en este caso el capitán Killeen Bishop, sino su hijo Toby, un adolescente que como tal no podrá impedir meterse en líos. Tras encontrar refugio en una improbabilidad física llamada esti, en la que conviven humanos supervivientes de distintas épocas, y en la que el cambio de las leyes físicas es continuo, debido a la proximidad del gran agujero negro central de la Vía Láctea, el inocente Toby se verá perdido y perseguido por uno de los viejos enemigos de la familia: el mortal Mantis. La novela está dividida en dos partes bien diferenciadas. En la primera, que recoge exclusivamente la huida del Argo, sorprende un Benford inédito, de estilo claro y ágil, lo que da como resultado una lectura rápida y cómoda, en la que influye decisivamente el hecho de que las novedades contenidas sean inexistentes, ya que no hay ninguna idea nueva en más de cien páginas. En la segunda parte, aparece por fin el autor para desplegar toda la suerte de virtudes y defectos que le caracterizan. La idea del esti, siempre cambiante en su composición, sirve de vehículo perfecto para la complicada y farragosa manera de describir a la que el escritor norteamericano nos tiene acostumbrados, de tal modo que parece producirse una simbiosis perfecta entre el lugar en cuestión y la prosa que lo describe, llegando a dudarse a veces de si lo extraño es el esti o el estilo. Miquel Barceló explica repetidas veces en la presentación que la idea del esti proviene de un relato corto de Benford, al cual el autor quiso sacar provecho convirtiéndolo en novela, teniendo además la brillante idea de incluirla en el universo del Centro Galáctico. El problema es que esta idea no se basta por sí misma para sustentar, como el escritor pretende, una novela, ni siquiera de corta extensión, así que se nota de manera desmesurada que el ochenta por ciento de la obra no es más que insulso y vulgar relleno. La parte de la huida, compuesta por multitud de diálogos y breves descripciones; los mismos personajes, incluyendo algún enemigo resucitado; la persecución por el esti, con más de cien páginas mostrando lo mismo, y otras argucias de escritor veterano, no tienen otra función que la de engordar el libro. Entre lo poco positivo cabe destacar el acierto de permitirnos observar al capitán Killeen desde una perspectiva exterior, la primera aparición de las inteligencias mecánicas supremas y, sobre todo, el reencuentro final con un viejo personaje que sin duda servirá de enlace de unión, en la sexta y última entrega, entre las dos ramas principales de la serie.