Simenon, Georges
Cuando en 1964 apareció La habitación azul, es posible que los habitantes de la pequeña localidad francesa de Saint-Mesmin reconocieran allí descrita su ciudad e incluso a algunos de sus vecinos, aunque en la novela adoptara el nombre de Saint-Justin. En realidad, Georges Simenon vivió entre 1942 y 1944 en aquella ciudad provinciana y católica en la que, tras una corta temporada en apacible convivencia con su mujer y su amante, los vecinos empezaron a murmurar y tacharle de inmoral. No sería la primera y única vez que Simenon se inspirara en una vivencia personal para crear circunstancias y personajes de sus novelas. Tony Falcone y Andrée Despierre, que se conocen desde la infancia y se habían perdido de vista, vuelven a encontrarse, casados ya los dos. De pronto, tardíamente, descubren que se gustan y durante meses se dan cita en la «habitación azul» del Hôtel des Voyageurs. Un día en que el marido de Andrée está a punto de sorprenderles, Tony, atemorizado, decide cortar la relación y se marcha unos días de vacaciones fuera de la ciudad con su esposa e hija. En La habitación azul, Simenon pone de relieve la dificultad de un procesado para demostrar su inocencia frente a un sistema judicial que basa la acusación tan sólo en un conjunto de apariencias y coincidencias.