Heinlein, Robert A.
Tras aquello de Polinesia, el mundo cambió repentinamente para él. En vez del ministro fundamentalista Alexander Hergensheimer, ahora se suponía que era Alec Graham, una figura de las antípodas metida en un lío amoroso con su camarera Margrethe que era lo único bueno en todo aquel maldito asunto. Luego, un iceberg imposible hizo zozobrar el buque en los trópicos; rescatados por un avión mexicano, fueron golpeados por un doble terremoto. A partir de entonces, a medida que el cambiado mundo cambiaba una vez más a otro mundo más cambiado, las cosas fueron yendo de mal en peor... Para Alec, todos esos signos señalaban cada vez con mayor firmeza hacia el Armageddón y el Día del Juicio. Y Margreth era una atea decidida. De alguna forma tenía que conducirla al estado de gracia, porque el Cielo no iba a ser un paraíso sin ella. Pero el tiempo se estaba acabando. De alguna forma, tenía que existir una solución a todo aquel maldito embrollo. Y, por supuesto, la había. Aunque la solución era un auténtico Infierno ...