Canfora, Luciano
A partir de la llegada del historiador griego Hecateo de Abdera a Egipto en el siglo IV a. de C., durante el reinado de Ptolomeo Sóter, y de su visita al templo funerario del faraón Ramsés II en Tebas, el helenista Luciano Canfora relata las peripecias de la biblioteca más célebre de la antigüedad, la de Alejandría, cuyo soberano promotor quería reunir en ella los libros de todos los pueblos de la Tierra. Un anhelo que desde entonces no ha abandonado la humanidad. En dieciséis escenas se recrea la peripecia de los textos compilados en la escuela de Aristóteles, la traducción griega de la Biblia, la vida de los sabios en el Museo, la aparición de la biblioteca de Pérgamo como un centro de sabios en el Museo, la aparición de la Biblioteca de Pérgamo como un centro cultural en rivalidad con la gran ciudad egipcia y lo que esto supuso para el comercio del libro y el desarrollo de falsificaciones, la posterior guerra de Alejandría y cómo afectó realmente a su biblioteca..., hasta llevarnos a la conquista árabe de la ciudad y el incendio definitivo del que fue gran centro de la sabiduría. Relato de seis siglos de vida cultural, que configuran la biblioteca como centro de custodia, fijación y consulta de los textos clásicos contrastados por sabios y eruditos. En una segunda parte, el helenista italiano realiza un repaso crítico de las fuentes que nos han informado sobre la Biblioteca de Alejandría, desde los historiadores y grandes escritores de la Antigüedad a Edward Gibbon, recordando que desde el siglo XIX arqueólogos han buscado inútilmente, entre otras, la sala de la biblioteca sagrada del tempo de Ramsés II. Al tiempo que reflexiona sobre el destino de las grandes bibliotecas de la antigüedad, cuya vida concluyó, habitualmente, en el fuego. «Es como si, en un momento determinado, interviniense una fuerza mayor para suprimir un organismo ya incontrolable; incontrolable porque revela una capacidad infinita de crecimiento, y también por la naturaleza dudosa (los textos falsos) de los materiales que allí concluyen.»