Audeguy, Stéphane

«Desde entonces nada se ha sabido de él, y he aquí cómo he venido a quedar hijo único», escribe Jean-Jacques Rousseau en sus Confesiones al evocar a su hermano mayor, ese François Rousseau obligado a dejar Ginebra, donde las cosas no le fueron bien. Jean-Jacques consideraba que François era un truhán y un libertino. Por lo visto, este último nunca lo desmintió, pues no pensó que fuese necesario dejarnos el relato de su vida. Me pareció interesante remediar esa negligencia.

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