Cavanillas de Blas, Antonio
En 1682, en su Sevilla natal que pocas veces abandonó, Bartolomé Esteban Murillo nos cuenta su vida en primera persona, en una novela intimista que también nos permite disfrutar de la vieja Hispalis romana en el siglo XVII, de sus costumbres y forma de vida cuando era la ciudad más poblada del Imperio español, puerto de entrada y salida de la Flota de Indias, cordón umbilical que unía la metrópoli con sus inmensas colonias. Así, Murillo nos habla de su formación como pintor ―su obra se cotizó en vida del artista, dentro y fuera de nuestras fronteras, como la de ningún otro―, sus amores de mozo y su boda con Beatriz, el amor de su vida, o su amistad con Velázquez y Zurbarán. Murillo fue un gran sevillano, que, junto a personajes como el conde duque de Olivares, Justino de Neve o Miguel Mañara, sacaron a la ciudad de la postración en que se hallaba tras la dramática peste de 1649.