Moss, Norman

El mundo cambió para siempre durante las diecinueve semanas de la primavera y el verano de 1940. La Alemania nazi conquistó Francia, Bélgica y Holanda en una de las victorias militares más pasmosas de la historia. Gran Bretaña se vio enfrentada a la posibilidad de la derrota. Los norteamericanos sintieron, por primera vez desde el nacimiento de su federación, que los acontecimientos que se producían en Europa amenazaban su propia seguridad. El 10 de mayo de 1940 Alemania lanzó su guerra relámpago y Winston Churchill fue nombrado primer ministro. En la segunda y tercera semanas de septiembre la situación se había invertido con la Batalla de Inglaterra. Alemania retiró su plan de invadir Gran Bretaña, y Estados Unidos suministró a este país cincuenta destructores, recibiendo a cambio autorización para establecer bases en las Antillas británicas y en Terranova. A su vez, Hitler ofrecía a Gran Bretaña un acuerdo de paz, que este país rechazó de plano... No hace falta creer en la teoría de los «grandes hombres» para ver que los acontecimientos de aquel verano giraron en torno a las decisiones, las predilecciones, los puntos de vista e incluso la personalidad de tres hombres: Churchill, Roossevelt y Hitler. Hitler gobernaba Alemania como ningún dictador lo había hecho en tiempos modernos. Churchill se empeñó en que Gran Bretaña siguiera luchando aun cuando tenía todas las papeletas en su contra. Y Roossevelt guió la política y la opinión norteamericanas con la ayuda de los acontecimientos que se produjeron tanto a nivel nacional como internacional...

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