Salter, Elisabeth
Esta novela pone de relieve la gran pericia narrativa de Elisabeth Salter. La autora de Había una vez una tumba arranca de un hecho real: el asesinato cometido en Austria el 3 de enero de 1939, en pleno período de terror nazi. Una lápida señalaba en la parte de atrás de un schloss que allí reposaban los restos de una niña pequeña y sus padres asesinados por los nazis. Aquí, con este hito, empieza el suspense de la novela. Después de las páginas que siguen, el lector se encontrará metido de lleno en un ambiente de misterio y de terror, en el que aparecen entremezcladas la fantasía y la realidad más extraordinarias. Madeleine Fisher, personaje central de la novela, una joven australiana que visitaba el romántico castillo de Hapner, en el pintoresco Tirol austríaco, en el curso de sus vacaciones, vivió una sorprendente aventura. Cuando entró en una de las habitaciones del castillo, le ocurrió algo que heló la sangre en las venas de la joven australiana. Vio ante sí una silla, como un gran charco de sangre, y unas paredes que se habían vuelto plateadas y que cada vez se le aproximaban más. Madeleine se siente atraída por una imperiosa curiosidad que la impulsa a desvelar el misterio del asesinato nazi y se ve envuelta en un torrente de extraños acontecimientos. El peligro la cerca. Se diría que desde la ultratumba alguien mueve los hilos de la realidad que la rodea y trata de impedir que la protagonista desentrañe el misterio del crimen. Los diamantes de la colección Hapner, su actual paradero, la personalidad del oficial nazi que había ordenado la ejecución en 1939 y otros muchos elementos se ensamblan narrativamente en la novela y hacen de ésta un conjunto literario señoreado por la intriga y el suspense