Rosales, Luis( Cervantes 1982).
Dentro de la etapa que se ha calificado como más «humanizada» del autor, Rosales alcanza una expresión definitiva en La casa encendida (1949), donde a menudo aplica, y con inusual fortuna, las técnicas de la poesía surrealista al servicio de sus propias experimentaciones. Esta transparente inclinación hacia la materia terrenal coincide con la actitud de sus coetáneos: «El primer momento mío y de todos los componentes de mi generación, está regido por lo que podemos llamar de una manera neta y clara una actitud discipular respecto a la generación del 27. Después, al buscar la conciencia de nuestro propio medio de expresión, comprendimos que, independientemente del mundo maravilloso de calidad a que habían llegado los del 27, existía el trasmundo estético del más allá, de lo ilimitado y, sobre todo, de lo humano. Ese retorno a lo humano que tanto ha preocupado a nuestra generación y que posiblemente, es nuestro rasgo coordinador y definidor...»