Autores, Varios

La palabra gnomo proviene de la griega gignosko, que significa aprender o comprender. Los historiadores no se ponen de acuerdo en cuándo estos seres mágicos empezaron a ser mencionados por las gentes. Son más los que eligen Dina— marca como su cuna, aunque se entiende que fueron las culparas nórdicas y germánicas las que más los utilizaron. Pero hasta que Paracelso los mencionó en su libro Tratado de los elementales no parecieron adquirir carta de naturaleza. Generalmente, se los ha pintado como seres pequeños, barbudos, algo obesos, bondadosos, inteligentes y trabajado res. Esta es la imagen de David, el gnomo, el personaje televisivo. Sin embargo, los autores que hemos elegido en nuestra selección de relatos llegan más lejos: los ofrecen protectores de los animales, hasta el punto de conocer el lenguaje de todos ellos y considerarlos sus hijos. También pueden convertirse en seres humanos, en algunos casos para cometer el mal. Además son capaces de transformar la realidad, con el fin de modificar la conducta de un príncipe. Lo que sobrecoge es la versión que nos ofrece Gustavo Adolfo Bécquer de los gnomos del Moncayo, al pintarlos como verdaderos diablos. Generan voces, sonidos y hasta conversaciones para tentar a las personas más codiciosas, esas que pretenden llegar a las galerías subterráneas donde viven los «enanos monstruosos» junto a los tesoros que han acumulado durante siglos. Tesoros que en su día ocultaron los avaros, los infieles y otros delincuentes.

Usuario: anonimo

Descargado: 0

Descargas directas:0

Descárgalo en cualquiera de estos formatos:

FB2

ePub

Mobi

Volver