Scott, Walter
Las famosas ruinas de Melrose, próximas a la residencia del autor, son el lugar en que se desarrolla la acción de esta novela, circunstancia que parece inexplicable, si se tiene en cuenta que empleó toda su habilidad en alejar de su país nativo a los personajes y las escenas de lvanhoe. Este cambio de sistema es hijo de sus recuerdos, por lo que juzga innecesario acudir al pasado para averiguar un hecho que no tiene importancia alguna. Creyendo que el choque de ideas entre dos antagonistas del mismo género, dotado cada cual de pasiones y prejuicios particulares, podría dar interés a una narración, ha reunido en ese siglo pendenciero y turbulento a dos personajes que, considerando la Reforma desde diferente punto de vista, se dedican con la misma sinceridad e igual entusiasmo al sostenimiento de la iglesia católica el uno, y a la defensa de las nuevas doctrinas religiosas el otro. En esta idea, pues, está inspirado El Monasterio. Melrose ocupa una posición muy a propósito al fin que el autor se proponía, pues sus mismas ruinas son un magnífico teatro para la representación de cualesquiera clase de incidentes trágicos. Además, un hermoso río, en el que desembocan numerosos riachuelos que riegan una región en que se han librado batallas sangrientas que la hacen inolvidable, deslízase, caudaloso y fecundante, por aquellas inmediaciones. Sobre la orilla opuesta del Tweed pueden verse aún los restos de los antiguos cercados que rodean sicomoros y fresnos gigantescos, en lo que en otros tiempos fueron las tierras de cultivo de aquel pueblo, reducido hoy a la más mínima expresión, pues sólo consta de una humilde choza, en la que habita un pescador, que es al mismo tiempo guarda de una barcaza. Todo el que visita aquellos parajes encuentra vestigios de las casas y hasta de la iglesia que existió en época remota y que sus habitantes fueron abandonando poco a poco para instalarse en Galashiels, ciudad situada a dos millas de distancia y que tenia cierto renombre. Algunas viejas supersticiones atribuyen la existencia, en aquellos bosques, de seres fantásticos, y durante mucho tiempo creyóse que el cementerio ruinoso y abandonado de Boldside, era frecuentado por las hadas. Realmente, el ancho y profundo lecho de Tweed, que iluminado por los pálidos rayos de la luna, se desliza entre seculares árboles que fueron plantados en los orígenes de aquel pueblo para sombrear los campos, y que en la actualidad parecen esparcidos bosquecillos, da un aspecto tan encantador al paraje, que no puede sorprender que Oberón y la reina Mab la escogieron para celebrar en él sus fiestas nocturnas.