Biset, Susana
No hay una única fundación para Buenos Aires: están las de los conquistadores; las fundaciones míticas; pero también están quienes habitaban la tierra sin tener que fundarla, sin suponerla de su propiedad, sin más deseos que vivir allí una vida apacible. Conocemos, sin embargo, los registros de los conquistadores: las ambiciones personales y secretas de Pedro de Mendoza para embarcarse hacia el Río de la Plata; la codicia de los nobles y los marinos; a la tripulación reclutada entre reos y desclasados; en suma, a las miserias de quienes, más que embarcarse a un mundo nuevo, huían del viejo. Es esa furia, esa violencia la que dominará toda la travesía, la que hará que la colonización sea una conquista, que los intercambios se vuelvan apropiaciones.