Montero Glez

Por si no lo he dicho antes, estamos hablando de Conil de la Frontera, un pueblo marinero situado en la región más antigua y más ofendida de occidente: la costa gaditana. El pueblo no es muy grande y visto de lejos, se asemeja a un brochazo blanco sobre la playa je llaman de los Bateles. Sin embargo, a la noche, recién encendidas las casas, guarda cierto parecido con un belén navideño de los tiempos de Augusto, no haciendo falta que ea época de villancicos para que el milagro acontezca Ocurre en todas las épocas del año, incluso en las de verano, con sus noches de brisa agradable y sardinita a la plancha, siendo en tan candente estación cuando el Nacimiento puede verse al completo. No faltan ni las luces de mentiras ni las estrellas de purpurina, ni tampoco los camellos ni sus tabernas brillando a lo lejos. Una de estas tabernas lleva por nombre la Gigantilla y tiene un cartel a la entrada donde pone: Especialidad en Caracoles y Carne Mechada. Y aquí nos vamos a parar, pues es donde la Sole trabaja. Abre una vez pasada la calor, a eso de las seis de la tarde. Y echa los cierres después del último cliente, que suele ser a las mil y gallo.

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