Eurípides
Alcestis, en su lecho de muerte, pide que a cambio de su muerte, Admeto nunca se case de nuevo, que no la olvide o ponga una resentida madrastra a cargo de sus hijos. Admeto se muestra conforme, y promete llevar una vida de solemnidad en su honor, absteniéndose de la alegría que era parte integral de su casa. Entonces muere Alcestis. Justo entonces, el viejo amigo de Admeto, Heracles llega a palacio, sin tener idea de lo ocurrido. La hospitalidad es considerada una gran virtud, de hecho, es la principal motivación de los personajes a lo largo de la obra. Sería contrario a todos los modales rechazar a un huésped, así que el rey decide no importunarlo con las tristes noticias e instruye a los criados para que den la bienvenida a Heracles y se callen. Heracles se emborracha y empieza a importunar a los criados, que amaban a su reina y están amargados por no poder llorarla adecuadamente. Al final, uno de ellos salta y le dice al huésped lo que ha ocurrido. Heracles está terriblemente incómodo por su comportamiento, y decide enfrentarse a la Muerte cuando los sacrificios funerarios se hacen ante la tumba de Alcestis. Cuando regresa, trae consigo una mujer con velo y dice a Admeto que es una nueva esposa. Después de muchas discusiones finalmente fuerza a Admeto a tomar la mano de ella, pero cuando alza el velo, encuentra que parece ser, en realidad, Alcestis, de regreso de la muerte. Heracles ha luchado contra la Muerte y la ha forzado a devolvérsela. Ella no puede hablar durante tres días después de los cuales quedará purificada y totalmente vuelta a la vida.