Simenon, Georges
El Almirante había desaparecido, en plena calle, en pleno día y, por así decirlo, a la vista de todo el mundo. Y el Almirante no era uno de esos tipos delgaduchos, capaces de trepar por un canalón del tejado o de pasar a través de un tragaluz, sino un personaje de panza exuberante y que pesaba sus buenos noventa kilos. Jean Dollent, "el pequeño doctor", descubre por accidente que tiene una pasión y talento para el trabajo de detective. O descifrador de enigmas, como le gustaba repetir, no un detective ni mucho menos policía. ¿No había cometido un error abandonando una vez más a su clientela de Marsilly para aceptar un reto algo ridículo? Porque nadie le había llamado...