Mills, Magnus
Este escupitajo impertinente a la cara oscura de los contratos de trabajo temporal es una hazaña cómica, demencial y circunspecta a la vez. Tiene el poder exuberante de la palabra mágica, que puede resultar peligrosa si se pronuncia en voz alta THOMAS PYNCHON. No pasa nada importante en esta narración de la vida de tres obreros itinerantes que construyen, a desgana pero con pericia, vallados de alta tensión. Nada, excepto la muerte de varios personajes. Los protagonistas se muestran paralizados por la inacción, como en una negra comedia de Samuel Beckett. Construyen una valla que acaba por combarse. El martillo para clavar postes se rompe. Un impermeable improvisado con un saco de fertilizante sirve para desafiar la inclemencia del tiempo. De estos episodios, narrados con lacónica comicidad, surge el retrato de tres hombres sometidos por la lógica del empleo precario. El texto de Magnus Mills logra su objetivo cuando el lector, de repente, descubre la fascinación con la que devora una desmañada historia sobre cercas y muertes que no cobra sentido hasta la frase final, catapultado a una revelación de naturaleza casi religiosa.