Miró, Gabriel
Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926) constituyen las dos partes de una novela en la que se nos muestra la vida y la muerte de una ciudad levítica, Oleza, trasunto de Orihuela, a finales del siglo XIX, y las pasiones, las crueldades, los amores, los odios, los sacrificios y los heroísmos de sus habitantes. La magistral prosa de Miró intensifica esta honda meditación, realizada con lucidez y amor, sobre la condición humana, el poder transformador del tiempo y la búsqueda de la felicidad, dando cuerpo a un mundo complejo y denso, percibido y gozado con demoradad sensualidad mediante los cinco sentidos. El propósito mironiano de "decir las cosas por insinuación" afecta a todos los estratos de la novela, y sitúa al escritor alicantino entre los más radicales renovadores de un género que, en aquellos años, estaba sufriendo profundos cambios. Esta novela original y deslumbrante, profunda y emotiva, viene a ser la culminación de la novelística de Gabriel Miró y una de las obras maestras de la novelística española. La unidad de la obra reside en el especial tratamiento temporal y la organización del texto, con una trama desarrollada entre la llegada y la muerte del obispo. El motivo del ferrocarril, metáfora de modernidad durante el XIX, desencadena la lucha entre tradicionalistas y liberalistas. No es una simple censura de la vida provinciana. Nos encontramos con varias dialécticas: lo tradicional frente a lo liberal, el amor frente al egoísmo, el principio de autoridad frente al instinto. El tema de la profunda tristeza que imprimen los deseos insatisfechos vertebra todo el libro. En Nuestro Padre San Daniel, primera parte de dos novelas, Gabriel Miró recrea la Orihuela de su infancia y la España de su tiempo convocando a la vida a Oleza. Puebla de vida sus calles provincianas y va pintando aquí y allá olores y ambientes que, no obstante estar recién hechos, evocan calles olvidadas en la memoria, árboles vistos en la infancia y verdores de otros campos en días más felices. Se trata de una “novela de capellanes y devotos”, como advierte el subtítulo. Aunque lo mismo podría decir “novela sensual y anticlerical”. Por extraño que pueda parecernos ahora, en su momento fueron vistas ésta novela y su par, El obispo leproso, con escándalo. Miró nos presenta un fanatismo inculto y una fe mágica hacia el patrono San Daniel, hacedor de milagros absurdos que exige almas escrupulosas de conciencia esdrújula, que convive en perfecto maridaje con una moral estoica en apariencia pero más bien hipócrita.