Piquer, Joaquín
Verónica accedió a sentarse a su lado. Respiró hondo pese al hedor a sangre que envolvía el ambiente. Relajó los músculos de la espalda y pensó que ella era de los buenos y que, en definitiva, no podía pasarle nada. Pero se equivocaba. Una historia llena de suspense y pasiones que no alcanzan límite.