Claudel, Philippe
“Almas grises” es una novela corta. Recibió en 2003 el Premio Renaudot, y fue elegida “Mejor Novela del año” por la Revista “Lire”. Es un relato en primera persona, de alguien que quiere contar lo que le “roe el corazón desde hace veinte años”. En la primera línea avisa de la dificultad: “No sé muy bien por dónde empezar. Es realmente difícil”. Así es, la narración en primera persona da un tono de autenticidad cuando se hace sincero, pero corre el peligro de perderse en la dificultad de mantener un hilo argumental equilibrado entre hechos recordados, asociaciones y reflexiones. Claudel lo logra con maestría, con una estructura muy bien trabajada en la que los hechos narrados van atrapando al lector, al tiempo que disfruta de una prosa concisa y elegante en su sobriedad. Hermosas comparaciones y metáforas nos describen escenarios y personajes como lo haría un pintor habilidoso. Hay un tono irónico en la narración que se manifiesta en la forma de ver los comportamientos: la maldad y la hipocresía social son criticados con un cierto tono de humor, si es que podemos hablar de humor en una obra de marcado dramatismo. Se critica el belicismo y la hipocresía de los homenajes a los héroes, a los que se les dedican himnos y monumentos. (Durante el día las pompas, pero luego llegan las palomas y perros, que suman a las condecoraciones las suyas propias). Los hechos se desarrollan en una pequeña localidad francesa que vive la Primera Guerra Mundial como una representación a la que asiste desde una posición cercana, y a la que llegan los sonidos de las explosiones y los camiones de jóvenes soldados heridos. El narrador, un policía retirado y solitario, trata de indagar sobre el asesinato de Belle de Jour, una hermosa niña, hija del tabernero, que aparece ahogada una fría mañana. El asesino puede ser cualquiera, empezando por el fiscal, hombre serio, metódico, frío e intocable, al que el poderoso juez Mierck ni siquiera entrevista (aunque enemigos, pertenecen a una misma categoría social, y verter sospechas sobre uno de sus miembros es hacerlo sobre el conjunto). Poco a poco va desfilando una galería de personajes secundarios muy bien dibujados, cada uno con sus miserias y sus almas grises torturadas por el mal. Se salvan algunas mujeres: la maestra Lysia, que llega para estar más cerca de su novio (está en el frente), y Clemence, la mujer del policía. Poco a poco, la luz que se va haciendo sobre “el caso”, nos acerca a otro drama, que tiene como protagonista al mismo narrador, y que durante tantos años le ha estado royendo el corazón. No hay que contar más, hay que leerla.