Isherwood, Christopher
En 1933, mientras en Alemania triunfa el nacionalsocialismo, Inglaterra vive confiada los ecos de los felices años veinte haciendo caso omiso de los aires que soplan desde el continente. En Londres, los estudios cinematográficos Imperial Bulldog encargan al joven escritor Christopher Isherwood el guión de una película, La violeta del Prater, a cuyo frente estará el conocido director de cine de origen austriaco Friedrich Bergmann. La relación que se establece entre director y guionista y las incidencias que rodean el rodaje del filme van trazando un cuadro sintético, irónico y lleno de fuerza, de la Europa desgarrada del momento. La angustia de Bergmann, judío que se ha visto obligado a abandonar Alemania y que ha tenido que dejar a su familia en una Austria ya amenzada, contrasta con la frivolidad de la película que tiene que rodar y de la industria cinematográfica de la época y con la indiferencia de una parte de Europa ante el desastre que se avecina. La contraposición de estos dos puntos de vista permiten también un serio análisis de la relación entre el arte y la vida y del papel de los creadores en las sociedades convulsas.