Santos, Antonio
Ni Pepe Carvalho, ni Toni Romano. El detective patrio más auténtico se llama Mauricio Romero y, no sé si por suerte o por desgracia, apatrulla la ciudad del crimen. Y es que, como todo españolito de pro, el bueno de Mauricio no dudará en aprovecharse del débil, derrochar en vicios el dinero de sus clientes y criticar a todo hijo de vecino, reflejando/denunciando nuestros usos y costumbres más arcaicos y arraigados. Así, mientras trata de resolver los tres casos que componen este volumen, a cuál más disparatado y esperpéntico, su avezado ojo clínico pasará revista a las calles, monumentos, locales y tugurios más cutrefactos e idiosincrásicos de la ciudad de Cuenca, sin dejar títere con cabeza ni escatimar en sarcasmo y expresiones del terruño, que, a buen seguro, dejarán al lector con una sonrisa en la boca y ganas de más. Si el género negro se jacta de ser el más apropiado para conocer una sociedad, señoras y señores, le pese a quien le pese, aquí tienen la mejor guía turística de Cuenca.