Sánchez, Clara
Antes de la crisis, del euro y la prima de riesgo, en las urbanizaciones de clase media-alta de las grandes ciudades había hipermercados, gimnasios y hastío. El hastío del cambio de siglo, donde las charlas científicas convivías con predicciones de vida extraterrestre y paseos al perro. Y con el amor, el amor por la vecina que siente el protagonista, un joven que crece junto a la parada de autobús, las series de televisión, los trajes del corteinglés, el amante de la madre y los abrazos de la vecina. Que sueña con ir a China y se enamora de una oriental. Se enamora de una realidad que se le escapa y de un mundo que cambia como él, una realidad inasible que vuela como el deseo, sin rumbo conocido. En la ciudad más perezosa del mundo, se estudia, se trabaja o se finge, pero no se madruga, se sobrevive en la tintorería o el bar. Todos corren por el día, más que el vecino, casi como Míster Piernas, detrás de sus sueños, de las prisas, del dinero. Menos quien más intuición tiene, Allien, que ve otra realidad, que adivina lo que otros piensan, que imagina lo que puede pasar. En una urbanización de fin de siglo, parece que nadie conoce a nadie, pero en el autobús te das cuneta que los demás saben todo de tu vida, que nadie es anónimo. Una urbanización también se define por sus cadáveres: el dueño de la tintorería asesinado por la mujer despechada, las grandes alas de pájaros contaminados, la mujer que flota en el lago, el vecino escondido en el subterráneo, y la sombra de Edu, el hijo del veterinario, el superdotado que conoce a una china, que se va a México con el cuñado millonario, que huye del sol, que tampoco sabe lo que quiere, que también quiere tener más dinero, que tiene tanto que desaparece. Cada uno busca su paraíso, pero todos quieren más dinero en la ciudad más perezosa del mundo, en un pueblo donde trabajar es una excusa, para desocuparse, para levitar en una sociedad de gimnasios, pizzerías y móviles, de asistentas y autopistas, de videoclubs y deseo, de bodas relámpago y cervezas frías, de pensamientos repetidos y ladridos de miedo. Cerca del paraíso hay batas blancas y gafas de aros dorados, consumo adictivo y pantalones de pitillo, hijos únicos y madres aburridas, padres ocupados y silencios familiares, chalets fantasmas y emociones contenidas, adolescentes que crecen, piensan y no entienden, nada nuevo en un mundo de negocios artificiales y efímeros, de alquiler como las cintas, de pago cerca del paraíso. Últimas noticias del paraíso es la radiografía de una sociedad opulenta y caprichosa, de un mundo de marquesinas sin cristal y quinceañeros chillones que anuncia los botellones y la fiebre por el móvil, la supervivencia del amor y lo efímero que es el tiempo, lo lejos que queda el paraíso, por México o China, cuando pasada la autopista la realidad puede ser menos doliente, sin ladridos, cerca de los labios, con sábanas nuevas, cuando crezca Peter Pan.