Baroja, Pío
Una vez terminada la trilogía constituida por Las figuras de cera, La nave de los locos y Las mascaradas sangrientas, Baroja pensó seguir adelante con dos novelas que, en esencia, se desarrollan en Cataluña. Para escribirlas llevó a cabo un viaje por las zonas que fueron teatro de la acción del personaje principal de estas dos novelas: El Conde de España. El título de la primera, Humano Enigma, es alusivo a la extrañísima personalidad de aquel hombre que dejó fama de sanguinario y cruel como ninguno, tanto en su actuación en Barcelona durante el período absolutista, del reinado de Fernando VII, como en la de general en jefe carlista de Cataluña al final del conflicto. Como el Conde de España era de origen francés y tenía raigambre en el otro lado de los Pirineos, Baroja completó su información en los lugares de donde provenía.
Lo que, en esencia, le interesaba, como psicólogo, era contrastar la imagen popular del Conde, hecha por los escritores liberales y por los que fueron objeto de sus persecuciones, con imágenes, no apologéticas precisamente, pero que daban otra cara o faceta del hombre: la del militar del Antiguo Régimen, con educación aristocrática, dieciochesca y cierta dignidad exterior de noble de tiempos anteriores.
Pero para que el carácter fuera todavía más enigmático, Baroja encontraba que el Conde de España era, además, una especie de humorista macabro y, como militar, más culto que otros muchos de su época. El retrato minucioso que hizo de él, tomando como pretexto una acción novelesca romántica, de la que el protagonista es el narrador, o mejor dicho el que observa, es uno de los más vivos e impresionantes de cuantos da en las Memorias de un hombre de acción, que son muchos.