Bennett, Alan
La señora Donaldson es una viuda reciente, de cincuenta y cinco años, con una hija casada, puritana e insoportablemente convencional que pretende que su madre viva reverenciando la memoria de un difunto marido muy aburrido. Aburrimiento contra el que la señora Donaldson no se rebelaba, y ni siquiera cuestionaba, educada en la firme creencia de que ser y hacer lo que se espera de nosotros son los pilares de la cotidiana felicidad. O conformidad.Pero ahora su vida comienza a cambiar. Ha conseguido un trabajo en un hospital: actúa interpretando a pacientes, con sus correspondientes enfermedades, para ilustrar las clases del doctor Ballantyne. Y, de interpretación en interpretación, la señora Donaldson comienza a descubrir pliegues y honduras que ignoraba de sí misma. También ha alquilado una habitación a una pareja de estudiantes que le proponen un pago en especies para saldar lo que le deben: le ofrecerán un espectáculo porno sólo para sus ojos. Y ella, contra todo pronóstico, acepta, los contempla y cuando terminan les ofrece una taza de té. Y comienza
En cuanto a
Alan Bennett, con su mirada entre cándida y malévola, construye con estos dos relatos, tan indecentes como inteligentes, un conmovedor y muy divertido grotesco de la clase media.
«Alan Bennett nos presenta dos rancias mujeres de mediana edad y las pone en el camino de una total renovación. Pero el territorio de Bennett no es el de la autoayuda, y a las señoras les espera algo mucho más subversivo, obsceno, incluso. Claro que ellas tampoco son lo que parecen, y el autor nos muestra cuán equívocas pueden ser las apariencias. Y hasta las apariencias de las apariencias» Nora Krug, The Washington Post.
«Estos relatos son tan buenos que querrán leerlos y releerlos, y disfrutarán de ellos como la primera vez, y la razón es la deliciosa, afilada prosa de Bennett. Es como contemplar la danza de un bailarín experto o a un gran patinador que se desliza sobre el hielo» B. Robshaw, The Independent.
«Dos relatos muy sustanciosos en un libro ligero. Y hay que reconocer que este maestro de los relatos largos, o novelas cortas, consigue inquietar a sus modernos lectores, a quienes, se supone, ya nada sorprende » Thomas Mallon, The New York Times.