Robeson, Kenneth
Andrés Podrey Vanlersleeve tenia invitados en su mansión de Weetchester.
Huéspedes ataviados a la antigua usanza. Invitados grotescos, exclusivos de la localidad. Su conducta era tan incongruente como su aspecto.
Ahora que, a Podrey, no le perturbaba todo aquello. Porque el dueño de tantos millones estaba muerto. Estaba sentado ante una mesa de roble tallado y tenía los brazos caídos. De sus venas aristocráticas, había manado una sangre tan negra como la pez.