Robeson, Kenneth

Es un poco absurdo decir que una mano humana pueda parecerse a una mariposa. Sin embargo, aquella mano alcanzaba dicha similitud. Tal vez fuese por la manera en que se movía, se cernía, se volvía a mover, con algo que recordaba una película de las llamadas de «movimiento retardado».Su color tenía algo que ver con la impresión. La mano era blanca, nada natural; hubiérase dicho que estaba hecha de nácar.
Había algo serpentino, horrible, en su forma de extraviarse, cernirse, sin inmovilizarse nunca del todo. Le hacía a uno pensar en una falena blanca, venenosa.

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