Castillo, Linda
Cuando a Jake Madigan, ayudante del sheriff, le encargaron que encontrara a un prisionero que se había escapado, pensó que sería una rutinaria misión de búsqueda y captura. Pero estaba muy equivocado, porque resultó que capturar a Abby Nichols era pan comido comparado con lo que sería sacarla de las Montañas Rocosas durante una fuerte tormenta de nieve.
La guapísima prisionera no era el delincuente peligroso que él había pensado, más bien era una seductora de ojos violeta que podría hacerle olvidar todos sus deberes.
Jake sabía que, pasara lo que pasara, tendría que devolver a aquella mujer a las autoridades una vez que hubiese concluido la tormenta.
Entonces ¿por qué no podía pensar en otra cosa que no fuera en demostrar su inocencia? ¿Por qué lo único que deseaba era estrecharla entre sus brazos y protegerla con el calor de su cuerpo? ¿Por qué se estaba enamorando de la fugitiva?