Robeson, Kenneth

La primera persona que miró con los ojos desencajados fue Juan Enrique Cowlton. Cowlton acababa de heredar, era un joven actor de la Park Avenue al decir de la nota cronológica publicada en los diarios de la mañana, al día siguiente de su fallecimiento.
Se le halló en el gimnasio de su estudio, poco menos helado que un témpano porque la noche había sido muy fría y estaban abiertas todas las ventanas. Su cuerpo de atleta ostentaba señales de violencia, pero sus ojos llamaban la atención.
Aquellas pupilas parecían deseosas de salirse de las órbitas, sin motivo aparente, en opinión del coroner. ¡Eran unas pupilas espantosas!
A aquella muerte singular sucedió la de Everett Bucket, cuyo cuerpo quedó exánime en el interior de la limousine que solía conducir de ordinario.

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