Gridley, Austin
La diligencia de la tarde de la Standard Lines dejó Wilcey Center para dirigirse a Rangeville, según el itinerario oficial.
Viajaban en el vehículo cuatro viajeros, de los cuales tres eran visibles. Eran el cochero o conductor, el guarda particular y un anciano viajero de rostro afable. El cuarto pasajero no era visible.
¡El cuarto era la Muerte!
Era un día claro. El sol estaba muy alto en el abovedado azul celeste. Sin embargo, aquella sombra parecía moverse con la diligencia cuando ésta traqueteaba sobre la carretera.
Tuffy McShane, el guarda particular, parecía sentirlo más que su compañero de pescante “Gawky” Henderson. Este último empujaba las riendas flojamente.
Estaba, sin duda, más interesado por su propia pipa que por cualquier otra cosa.
Henderson era alto y flaco, y la longitud de su cuello le había valido el sobrenombre de “Gawky”. Casi se dormía guiando aunque ocasionalmente miraba de soslayo hacia la salvia que bordeaba las revueltas del camino, que iba a perderse en los montes distantes.