Grant, Maxwell
-Ahí es. Entra despacio.
El desvencijado sedan se detuvo bruscamente. El chofer atendió inmediatamente la orden del hombre que iba sentado a su lado. Hizo girar el volante y el coche entró en un lugar de estacionamiento entre dos edificios vetustos.
Con hábil maniobra arrimó el vehículo a una pared. Paró el motor y apagó las luces. Los ocupantes, hombres ceñudos y silenciosos, escuchaban, sus ojos vigilantes atisbaban la calle que se extendía en línea recta a través del extremo Este de la ciudad de Nueva York.
Este era un antiguo distrito de Manhattan, repleto de edificios que en otro tiempo fueron mansiones suntuosas, pero que ahora se habían convertido en viviendas de inferior categoría. Era la única clase de distrito en que se podía ver un automóvil, en espera de un propósito desconocido.