Grant, Maxwell
El espacioso vestíbulo del hotel Olimpia, presentaba una escena interesante al hombre que la observaba desde un sillón situado en un rincón.
Había escogido un lugar poco conspicuo. Además, había conseguido pasar casi sin ser notado. El cuello de su gabán oscuro le tapaba el mentón firme y cuadrado. Las páginas extendidas de un periódico contribuían a ocultar su rostro moreno.
Sentado en el sillón, vigilando desde un lugar oscuro, usando un tipo de sombrero que rara vez utilizaba, el famoso detective José Cardona evitaba que le reconociesen y al mismo tiempo tomaba medidas eficaces para observar las facciones de cualquier persona conocida. El as de los sabuesos de Nueva York actuaba a la altura de su renombrada fama.
Los ojos vigilantes de Cardona, se posaron en un grupo de hombres que entraron por unas puertas giratorias. La rápida mirada del detective se clavó
sobre un individuo, un hombre corpulento, vestido con un lujoso abrigo de astracán.
Cuando este recién llegado cruzó el vestíbulo, volvió la cabeza en dirección de Cardona. Sonriendo a una observación de su compañero, el hombre corpulento exhibió unos dientes de oro en su boca de labios carnosos.