Benmalek, Anouar

Nos encontramos en la brillante España del Renacimiento, pero también en la oscura y cruel época del año 1610, en Sevilla. Maria, una niña morisca, descubre que su padre y su tía siguen practicando la religión de sus antepasados lo que la llevará a vivir asustada por su origen y religión. Vendida como esclava a un pintor sevillano, Anouar Benmalek crea el retrato de una vida llena de humillación y sufrimiento. María, no era en realidad María, su verdadero nombre era Aisha, “pero nos vemos en la obligación de mentir desde el día en que nacemos …. ¿lo comprendes, hija mía?”. Así le contaba el padre de María la triste realidad en la que se veían inmersos. Cuando Felipe II crea “La Pragmática” (medidas para reducir las libertades religiosas de los moriscos), se produce la rebelión de las Alpujarras. María recrea ese contexto cruel en el que vivieron miles de musulmanes que habían permanecido, no lo olvidemos, en nuestras tierras durante ocho siglos, que se dice pronto. “Antes éramos la gloria de este país. Ahora somos el agujero del culo de España y, cristianos o no, tarde o temprano acabarán con nosotros”.Si durante la primera mitad del siglo XVI hubo cierta tolerancia, es a partir de 1568 cuando la situación se recrudece, es el momento en que no sólo el morisco es un mal cristiano sino que cualquiera puede ser un mahometano disfrazado. La única forma de sobrevivir al acorralamiento, vigilancia y desprecio de los cristianos viejos, (aquellos que demostraban una saga indudablemente entregada a la iglesia católica), era mintiendo. Rezaban a Dios durante el día y, a solas, entregaban su alma a Alá. Si tenían que comer cerdo, lo comían; si tenían que llevar a cabo celebraciones con vino, lo hacían también. “Como cerdo en pleno ayuno del Ramadán, bebo todo el vino que me apetece, honro a la Virgen, a Jesús y a todos los santos.” Y así hasta engañar a cualquiera de la devota religiosidad cristiana de todos ellos. Y eso fue lo que hizo María o Aisha, que son la misma persona, la misma hermosa berberisca que acabó estando únicamente segura del poder de su sexo. Son tiempos de todos contra todos, con tal de salvar el pellejo. La Inquisición era temida por todos. “Desconfía hasta de tu propia sombra, María, porque podría denunciarte”.Las dos primeras partes del libro son magníficas. La lectura te cautiva desde las primeras lineas. El lenguaje que utiliza el autor es crudo y preciso, sin barreras; la descripción de la época y los personajes son tan reales que casi puedes tocarlos y las escenas de sexo, presentes en la novela, son sensacionales.

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