Lansens, Lori
Lakeview, a unos treinta kilómetros de Ontario, en el sur de Canadá, es el lugar elegido por numerosas almas solitarias para instalar allí sus caravanas, entre ellas Collette Cody y su hija Sharla, de cinco años, y también Addy Shadd. Pero para Collette y su nuevo novio la pequeña Sharla se había convertido en poco menos que un estorbo, así que urgía desembarazarse de ella y qué mejor solución que proponerle a la vieja Addy que la acogiera durante unos meses. La anciana aceptó, sin saber que su madre no iba a volver a por ella. Cuando se hace a la idea de que Collette se ha ido para jamás regresar, Addy toma la decisión de acogerla como si fuera su propia hija. Así, de un día para otro, Addy Shadd pasa a convertirse en Mamá Addy, y emprende la ardua tarea de educar y criar a una niña de gran corazón, pero con graves carencias afectivas. Sin embargo, la traviesa Sharla también transforma radicalmente la existencia de la anciana, que encuentra en la pequeña un poderoso e inesperado motivo para seguir adelante, mientras los recuerdos y fantasmas de su pasado en Rusholme, una aldea creada por afroamericanos que escaparon de la esclavitud, empiezan a cobrar un nuevo y esperanzador sentido. Por qué no, conocer a Sharla Cody tal vez fuera la señal que Addy tanto tiempo había estado esperando, la señal que le indicara que, por fin, había llegado el momento de regresar a casa.