Grant, Maxwell
-¡La Sombra!
El grito ronco y de espanto brotó de los labios de un hombre que se acurrucaba junto a la pared de la habitación. Sus ojillos miraban azorados a una elevada figura vestida de negro.
-¡Si, soy La Sombra!
La respuesta partió en un cuchicheo burlón, de unos labios invisibles.
Sucedió una pausa escalofriante. Luego, una voz siniestra repitió sus palabras sarcásticas.
-Soy La Sombra. ¡Te traigo tu sentencia de muerte, Hawk Forster!
El acorralado malhechor seguía mirando al justiciero, con ojos desorbitados por el terror. Se encontraba frente a La Sombra, el temible vengador, cuyo nombre infundía espanto en las hordas de los bajos fondos y aun a los reyes del crimen.
A tales ratas como Forster, un encuentro con La Sombra les sucedía una sola vez en la vida. El aterrado gangster conocía el veredicto que le esperaba.