Mallorquí, José
Marmont, el sheriff, daba su última galopada por las secas y polvorientas tierras donde sus dos 45 y su estrella de plata impusieron la Ley sobre unos hombres que luchaban contra ella, que deseaban alejarla de allí porque sabían que una vez se hubiera impuesto serían ellos quienes tendrían que marchar.