Coll, José Luis
«Ocurren cosas en este mundo indicativas de que es muy posible que no esté gobernado por Dios, sino por un hermano bastardo suyo.» O sea, la ley del absurdo. Un absurdo que es, además, cruel cuando explota en forma de guerra; salvaje cuando la guerra es entre hermanos; y que resulta estúpido cuando son los ojos de un niño quienes, desde la inocencia, lo registran. Coll fue ese niño. El niño que vivió el absurdo de la guerra civil española y ahora —adulto ya, pero todavía marcado por la violación de su inocencia— lo cuenta con el estilo peculiar que le caracteriza. Leer a este Coll —serio, trascendente; pero tierno— ayuda, como apunta Torrente Ballester, a comprender el porqué y el cómo de su humor. Ese niño que tuvo que aprender que la muerte «era como esos libros color ceniza que si se cierran de golpe te llenan de polvo los pulmones» es el mismo que hoy esgrime su fino estilete —instrumento propio de todo buen humorista— contra el absurdo de las guerras. Memoria infantil, recuerdos del abismo irracional que separó de pronto a pobres y a ricos, a unos y a otros, y les enfrentó con el fusil en la mano, El hermano bastardo de Dios es un libro paradójicamente forjado en la ternura de quien, unas veces por medio del humor y otras, como ahora, con melancolía, ha pasado su vida en el esfuerzo de intentar comprender a la raza humana.