Vereiter, Karl von
Hitler ha conseguido sus propósitos al convertir a Ucrania en "el gran granero del Reich". Han desaparecido por completo las granjas colectivas y, en su lugar, surgidos de las páginas de una historia que se creía olvidada para siempre, han reaparecido las grandes propiedades y los "barines", los terratenientes de otros tiempos, que ocultan como pueden su dependencia directa con los señores de Berlín, que son los que verdaderamente mandan en el país. Pero la nueva aristocracia se muestra incluso más cruel que la que desterró la Revolución. Y el látigo ruso, el khut, vuelve a silbar en el aire con mayor crudeza que en los viejos tiempos. La Wehrmacht sigue siendo el más poderoso ejército del mundo; sus vanguardias apuntan ya al gran Volga y los tanques han penetrado en la ciudad de Stalingrado. Todo parece perdido. Perseguidos por los "cosacos blancos", diezmados, los partisanos se refugian en los bosques y en los pantanos de donde los sacan, a lanzazos, las sotnias vestidas de feldgrau, llevando en las hombreras las insignias del ejército alemán.