Vereiter, Karl von

La guerra existe... la guerra de las grandes batallas, de los cañones y de los carros de asalto. Esta guerra ha pasado ya por aquí, por las bellas y feraces tierras de Ucrania, y ha dejado su dolorosa huella por todas partes. La tierra ucraniana se ha tornado roja de sangre y las cadenas de los panzers la han lacerado, dejando en ella surcos de fuerza, tan distintos a los del arado o del tractor... También la tierra de Ucrania se ha abierto para albergar los cuerpos de los que han caído. ¿Alemanes? ¿Rusos? ¿Qué importa? Lucharon y murieron, con la misma ilusión, con idéntico coraje. Eran soldados y cayeron combatiendo, con una sonrisa de feroz determinación entre los labios apretados. Pero la guerra, la otra, ha quedado aquí, entre nosotros. Una guerra más sutil, hecha de desconfianza, de traición y sobre todo de odio. Porque ahora estamos divididos. Hay los que combaten al enemigo, por el momento vencedor... y los que colaboran con él... y los que le sirven como esclavos... Padre contra hijo, hermano contra hermano. Tal es la ley que reina ahora en Ucrania. Como en otros tiempos, Los “Blancos” han vuelto, traidores a su patria, vendidos al enemigo. Para ellos, ninguna piedad. Al llegar al poblado, ordeno que los prisioneros sean colgados, que se les torture antes de darles muerte. Esos perros han de pagar sus culpas... Además, ¿no obran ellos del mismo modo? De norte a sur, de este a oeste. Mi sotnia cabalga sin cesar. Pero, cosa curiosa, aunque sabemos que nuestro adversario, el enemigo jurado de la madrecita Rusia es el nazi odioso, su muerte, cuando caemos sobre ellos, no nos causa más que una satisfacción limitada. ¡Es a los otros, a los que llevan nuestra sangre ucraniana, a los que deseamos matar! Arden los poblados, gimen en las puertas de las isbas las madres que sostienen en sus brazos lo cuerpos de sus hijos muertos, levantan hacia el cielo los ojos los viejos rusos que vivieron, aquí mismo, la tragedia de la lucha contra los Blancos tras 1917. ¡No importa! ¡Venceremos al enemigo odiado y acabaremos con los traidores que visten el uniforme feldgrau! Por eso desde la mañana a la noche, retumba el grito salva le de los nuestros:

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