Berger, Thomas
¿Existe alguna prueba más contundente de la ausencia de placer de nuestra cultura lectora que el hecho de que las novelas de Thomas Berger no inunden los quioscos de libros de los aeropuertos? Sencillamente, no hay una manera mejor de matar una hora o tres. Antes que nada, déjame decirte que aquí, lector, te espera una agradable sorpresa. Envidio tu primer encuentro, que así lo supongo, con El rostro del mal, o con la obra de Berger (y, sí, éste es un magnífico punto de partida). Este libro es uno de los «artilugios» ficticios más implacables e ingeniosos de Berger, tal como lo apodó en una ocasión un crítico elogioso, y ahora que está en tus manos -ve al primer capítulo y que te abduzca-, verdaderamente no necesita, como se suele decir, más presentaciones.