Pearson, Diane
Sarah no era una belleza como había sido su madre. Pero Charlie la amaba a su manera tranquila, y todos sus gordos y alegres parientes de Billingsgate estaban seguros de que pronto, en cuanto viniesen tiempos mejores, la joven y amable maestra de escuela y él se casarían. Pero eran los años de la depresión, y los tiempos no mejoraban.No es que a Sarah le preocupase estar soltera. Ella tenía a su familia, su trabajo, sus sueños sobre las cosas maravillosas que podrían suceder, los lugares exóticos que podría visitar. Y si Charlie no tenía lugar en esos sueños, tampoco lo tenía el atractivo David Barón, a pesar de ser un extranjero y de tener peligrosas ideas socialistas.La historia de Sarah comienza en los años veinte cuando una visita al cinematógrafo suponía dos películas, una función teatral y el órgano en los descansos, todo por seis peniques; cuando gramófonos que raspaban tocaban «Ramona», y un día en el río era algo maravilloso que recordar y apreciar. Fueron unos tiempos de grandes privaciones, pero también fueron unos años en los que los sueños, si uno no se preocupaba demasiado por*ellos, en cierto modo se convertían en realidad.