Eddings, David
Cuando Misión entró, la enorme sala del trono estaba iluminada por el suave resplandor del Orbe de Aldur. Garion, el rey rivano, que estaba repantingado en el trono, alzó la vista. - ¿Qué haces por aquí tan tarde? - le preguntó. - La voz me dijo que viniera - respondió Misión. - ¿También te habla a ti? - inquirió Garion, sorprendido. - Ésta es la primera vez, aunque ya sabía que existía. - Si él nunca... - Garion se interrumpió para mirar el Orbe. De repente, la suave luz de la piedra había cobrado un intenso y desagradable tono rojizo, como si el Orbe se hubiera topado con alguien que lo llenara de furia. - ¡Cuidado! - dijo claramente la voz en un tono imposible de ignorar. - ¡Cuidado con Zandramas!`. Ni siquiera Belgarath sabía qué o quién era Zandramas. Pero Garion logró descifrar un párrafo del Códice Mrin y descubrió que la lucha entre la Luz y las Tinieblas aún seguía vigente.