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España prosigue su difícil singladura histórica, siglo XX adelante. Todos los problemas que aquejan a la Nación siguen en pie: la contradanza de gobiernos ineptos, el malestar social, la sangría marroquí. La crisis de 1917 fue un momento de fiebre aguda en el cuerpo social; pero la enfermedad siguió un curso distinto al que suele suceder a las crisis de un mal fisiológico: el doliente no murió, pero tampoco entró en vías de franca curación. En una España claudicante, las cosas siguieron poco más o menos en el mismo estado.