Leonard, Elmore
Alvin Guy es una de las personas más detestadas por los abogados, fiscales, delincuentes y policías de Detroit. Juez de raza negra, corrupto y brutal, Guy forma parte del Tribunal de la Magistratura de la ciudad hasta que la comisión de deontología profesional le separa del cargo. Poco tiempo después su cadáver aparece acribillado a balazos dentro de su automóvil. A escasa distancia de allí es encontrada muerta, de tres disparos, una mujer. Ambos crímenes guardan inquietantes semejanzas...
Raymond Cruz, teniente de la Sección de Homicidios de la Policía de Detroit, se hace cargo del caso. Las primeras investigaciones apuntan inequívocamente hacia Clement Mansell, un conocido delincuente que mantiene una vieja cuenta pendiente con el teniente Cruz. A partir de entonces se entabla entre ambos hombres un duelo a muerte. Cruz somete a estrecha vigilancia a Clement y su novia, una joven atractiva. Pero Clement es muy hábil y sabe eludir las pruebas que lo inculpan. El elemento decisivo para la resolución del caso es el arma homicida, una pistola Walter del 38, que Clement se ha encargado de hacer desaparecer en los ambientes del hampa...
No hay ingenuos ni vírgenes en esta novela policial, dura y violenta. El salvaje de Oklahoma es francamente un criminal, pero nadie respeta la ley por su imperativo ético; lo hacen por conveniencia, para no ir a la cárcel o para que el acusado no encuentre una argucia legal que lo libere. Hay mucha acción, tiroteos, y un poco de sexo. Lejos del pueblo único que nos espera en el correcto futuro, todavía el acento y el color de piel mueve a los personajes de Leonard. Una receta quizás, pero bien ejecutada.