Howard, Linda
Todo empieza como una broma de cuatro amigas en su reunión semanal. ¿El tema de conversación? Una vez más, los hombres. Entre risas, deciden hacer el retrato del hombre perfecto, y ponen por escrito las cualidades que debería reunir: sincero, amable, atractivo, con sentido del humor... y, bueno, hay algo más, un detalle que acabará por desencadenar una verdadera pesadilla.
Sin embargo, Janie y sus amigas no se sienten en peligro. No ven amenaza en las susurrantes llamadas telefónicas, ni perciben la mirada cargada de odio de un personaje cercano. Ignoran que una mente desequilibrada es como la nieve amontonada en la ladera de una montaña: a veces basta un estornudo para provocar un alud.
EL HOMBRE PERFECTO SE HA FIJADO EN ELLA...
Hace tiempo que Janie ha dejado de creer en el hombre perfecto. Tras varios fracasos sentimentales, se tomó un respiro... y lleva unos años sin pareja. ¿Además, para qué necesita un hombre? Tiene un buen trabajo, cuenta con el cariño de sus amigas y acaba de comprarse una casa. Lástima que su vecino resulte ser un individuo tan irritante: descarado y arrogante, pero físicamente imponente y dueño de una sonrisa que la deja a la vez furiosa y desarmada. ¿En qué otra persona podría confiar Janie para escapar de un asesino?
...Y NO LA DEJARÁ ESCAPAR
Se llama Sam Donovan y es policía. Trabaja a diario con la violencia, el crimen y el engaño, está habituado a ver la parte más oscura del ser humano, y sabe apreciar la honestidad y la capacidad de lucha. Tal vez por eso se siente irremediablemente atraído por su guapa e impaciente vecina: tiene empuje, es valiente y sincera, cálida y risueña. Desde el primer momento, Sam decide que esta mujer será importante en su vida, y no permitirá que nadie le haga daño. Absolutamente nadie.
UN POLICÍA CON CLASE
Sólo un policía fuera de lo común podía ver tras el homicidio de un vagabundo un crimen aún peor. Sólo un hombre seguro de sí mismo, fuerte y atractivo, pero, ante todo, educado y sensible, protector, sería capaz de lograr que una mujer como Karen se enamorara.
Marc Chastain procedía de una familia de abolengo venida a menos, y ello le confería un aire de distinción, de auténtico caballero sureño. Por otra parte, también podía ser un enemigo feroz, experto en lucha callejera y hábil en el manejo del cuchillo y la pistola. Tanto en su profesión como en sus relaciones, esta combinación hacía de él uno de los mejores policías y, tal vez... un gran hombre.