Mimmi, Franco
A partir del momento en que Jesucristo empieza a ser un poco conocido y los ecos de sus acciones llegan a Roma, empieza a considerársele como una pieza más en el juego estratégico del Imperio Romano en Judea. Frente a la imposibilidad de llegar a acuerdos o pactos con las sectas más violentas, empieza a surgir la idea de que un mesías pacífico puede ser empleado con provecho para los intereses romanos. Para seguirle los pasos, se decide enviar a un hispano, Lucio Valerio Anduco, tras su pista para ver de sacar el máximo rendimiento. Sin saberlo, Jesús se convierte en una pieza más del enmarañado juego político, aunque su destino final será inesperado y no satisfará los deseos de Roma.