Stone, Irving

Tiene todos los sentidos arrastrando lento el amarillo limón sobre la tela. Delante de sí orbitan colores que no han de silenciar su inquietante mirada devuelta al espejo. Ojos que miran a su propio autor. Hay un dejo de oscura soledad sobre sus olas, un respiro infernal de lucidez frente a los sauces y el atardecer… quizá hay eternas horas de hambre entre sus días y estallaron más de una vez llagas de cansancio nacidas en sus pies por el andar que nunca terminaba… quizá todo el sol de Arles cubrió la piel holandesa de Vincent van Gogh para hacerle expulsar icónicos soles, girasoles y jardines de gran energía pictórica. Ha sido esa bidimensión entre su espacio y el mundo lo retratado a cada cuadro como si fuesen dos hermanos siameses. Ha sido justamente ese fascinante paroxismo en la interpretación artística de cada elemento natural que ha filtrado por la mirada del "fou-rou" lo que nos relata Irving Stone a lo largo de su libro centenario en evidente empatía con el fuerte espíritu de un pintor que agonizó sus fracasos en estampida. "Anhelo de vivir " es una novela que se lee desde las pasiones ingénitas y la personalidad taciturna de Vincent W. van Gogh descritas a partir de su estancia en Londres en 1873, momento en el que conoce a Úrsula Loyer y a su vez la desolación de quien rabiosamente anhela ser amado. Lento y preciso, capítulo a capítulo devienen diálogos exactos que vaticinan la metamorfosis del evangelista provinciano al artista impresionista y "ser imposible". Antes de concluir el libro primero ya se imagina la mirada sensible de quien predica una homilía sin dificultades ante un centenar de mineros en Borinage y las manos nerviosas bosquejando chozas de los "hocicos negros". Stone describe el periodo en Etten a razón de encuentros desfavorables: su primo pintor Anton Mauve resuelve no asesorar más a Vincent y Kay, la joven de mejillas sonrosadas, negaba por segunda ocasión el encuentro con un amor verdadero; ni el profundo azul de su mirada ni la gracia de su cuerpo iba a ser olvidada fácilmente por el pintor: il faut qu´e un femme sufle sur toi pour que tu sois homme. Loco, recientemente llamado loco, señalado por su aspecto desaseado y su enmarañada cabellera, convencido de su pasión por la pintura y extasiado por su primer estudio, Vincent se estableció en la Haya, donde no cesan las burlas: ahora es por su compañera Sien Hoonick, su pobreza, su compulsión a la pintura, su hambre de color, su melancólica paleta, su hogar desprovisto de todo, su familia formada a partir de la compasión, se desesperación cínica por sobrevivir… necesidad trémula del espíritu, epifanía de su espacio arbitrario. La Narrativa de Irving Stone nos encuentra con las sensaciones de los personajes: Margot en Nuenen envenenándose por no conseguir casarse con Vincent, Theo van Gogh contemplando la muerte de su padre frente a su hermano… lo que resultaría ser el parteaguas en la vida del artista: Theo habla de los impresionistas y llega París a la vida de Vincent. Aquí los personajes no son improvisados ni comunes y constituyen todo el entorno del joven pintor: Toulouse Lautrec ha de compartir el retrato de lo "impuro", Rousseau, de carácter y sensibilidad exquisita, le examina como campesino y pintor, Seurat, preciso y calculador, apoyado siempre por su madre, difiere siempre con su personalidad arrebatada e instintiva y Gauguin le sacude con fortuitos encuentros llenos de tensión, sin embargo es posiblemente la etapa más feliz del holandés impresionista en la que colmó sus días de proyectos y conoció la claridad de la naturaleza aunada a la agitada vida nocturna de París. El autor lleva con mesura la historia y de pronto nos coloca ante un Vincent van Gogh prolífico que se ha encontrado a sí mismo dentro del mistral de Arles y el lenguaje fascinante de sus girasoles… a cada pincelada un invierno, un mar, una tarde de domingo. Nacía de los lirios un color violeta y de la tierra un rojo intenso, el otoño era cálido delante de sus ojos y sobre la paleta un color mostaza que se teñía rojo. Era Arles y la vibrante personalidad de su creador que lo orillaba al colapso, a la emoción iracunda, al arrebato, a la navaja sobre las sien, al papel ensangrentado, al regalo para "pichón", a las voces en la habitación... " Usted es un gran nervioso"… y un barco en zozobra. Dos baños calientes por semana, una celda enjuta, una dieta escueta, un pabellón de Hospital en Saint Remy… se lee en la página 385 de la novela de Stone un fragmento de la carta de Theo: "… he vendido uno de tus cuadros…" Libro octavo: Auvers: Vincent pintando un campo de trigos con cuervos: Una pipa entre sus dientes y una herida en el pecho. Son las últimas páginas de la historia de un artista cuya personalidad profunda y por demás arbitraria colmó su vida y su obra de cromatismos y símbolos. Para Irving Stone es el hombre que sorbe el café a grandes tragos, el de cabello encendido que camina hablando en voz alta alrededor del Támesis, el de carácter retraído, el de pasiones violentas, el intenso, el irascible, el incansable... el personaje apasionado que supo retratar a partir del ritmo extraño de sus emociones... mar caleidoscópico de impresiones.

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