Tusset, Pablo
Sakamura, un japonés de la INTERPOL —practicante del zen y que ha aprendido español con un manual de instrucciones Sony— y el Cabo Corrales —un guardia civil incorrecto y machista— investigan la aparición de tres cadáveres en el Ampurdán. Sólo les une un rictus sonriente y haber acudido al mismo centro para aprender catalán. La culpa la tiene un “reconector” que, instalado en la cabeza, acrecienta el instinto nacionalista.