Calvino, Italo
Agilulfo Emo Bertrandino de los Guildivernos y de los Otros de Corbentraz y Sura, caballero de Selimpia Citerior y de Fez, tiene un gravísimo inconveniente: no existe. Bajo la celada de su empenachado casco no hay rostro alguno; ninguna mano empuña su formidable y victoriosa espada. No se trata de un fantasma, no. Sencillamente, Agilulfo no es. Pero quiere ser, a fuerza de voluntad y de fe.