Kresdez, Juan
En la Córdoba califal circulaba un augurio: "El califato desaparecerá el día que la sucesión no se haga por línea directa".
En octubre del año 961 muere el primer califa cordobés, Abd al-Rahmán III y le sucede en el trono su hijo al-Hakam II. El nuevo califa tiene cuarenta y seis años y aún no ha tenido hijos. La corte y el entorno miran el futuro con desasosiego, temen por la continuidad del califato. Sin embargo, la fortuna favorece al recién ascendido califa y una de sus concubinas, Subd la vascona, le da dos vástagos. Los negros nubarrones del augurio desaparecían y el horizonte se despejaba. Pero la desgracia llega ruando menos se la espera y el primogénito del califa muere prematuramente. Todos los cuidados son pocos para asegurar la vida del segundo que había nacido débil.
Quince años más tarde al-Hakam II entregó su alma. El problema sucesorio, que parecía resuelto, se complicó. La noche del 1 de octubre del 976, en una reunión secreta en el palacio del gran visir al-Mushafi se prepara una conspiración que supondrá la decadencia del Islam en Al- Ándalus.