Symons, Julian
Aquel día empezó como cualquier otro, pero David Nelson sabía que iba a ser un día extraordinario. ¿No le había asegurado George Pacey que lo nombrarían director del Crimen Magazine? Imposible dudar de la palabra de ese amigo; sin embargo, algunos hechos triviales pero infaustos, debieron recordarle que frustaciones y sorpresas tejen nuestra vida. No pudo contenerse y, antes de ue llegase el nombramiento, llamó por teléfono a su mujer para celebrar juntos la buena noticia. Ella se excusó. Esa noche, David Nelson se embriagó en un bar de Gongora Street y trabó relación con una mujer que se llamaba Christie. Lo inimaginable, lo atroz, vendría después. Por su desilusionado realismo, por la alegría de su estilo, por la angustia opresiva de la situación, por la destreza de la trama.